Este es el final definitivo de las vacaciones. En un momento, los recuerdos de los viajes se desvanecerán como un bronceado después de largas horas tomando el sol en el mar, en los lagos o en la montaña. La temporada de este año fue excepcional. Después de una primavera pasada en cuarentena forzada, todos, más deseosos que de costumbre de vacaciones, se fueron de vacaciones.

Tomamos el sol como locos, olvidando a menudo que lo mejor es disfrutar del sol con moderación y utilizar cosméticos con filtros adecuados para proteger la piel.

Parte de la luz solar que nos llega es radiación ultravioleta, que según su longitud de onda y efecto sobre los organismos vivos se divide en tres gamas: UV-A, UV-B y UV-C.

Los rayos UV-A son relativamente menos dañinos que otros rangos, pero dañan las fibras de colágeno, lo que acelera el proceso de envejecimiento.

Gracias a los rayos UV-B, se produce en la piel vitamina D3, que previene el raquitismo. Sin embargo, la exposición excesiva a la radiación UV-B puede provocar enrojecimiento de la piel, síntomas alérgicos e incluso tumores malignos de la piel.

Los rayos UV-C, al igual que los UV-B, pueden causar daños a las cadenas de ADN, dando lugar a mutaciones.

Afortunadamente, la atmósfera de la Tierra nos protege de los efectos más peligrosos de la radiación solar. Absorbe completamente los rayos UV-C y parte de los rayos UV-B de la capa de ozono. Como resultado, aproximadamente el 97% de la radiación ultravioleta que llega a la superficie de la Tierra es UV-A.

Un pequeño porcentaje de la radiación en los rangos restantes tiene impacto en nuestra salud, por eso siempre vale la pena revisarse la piel después de las vacaciones, enfatizan los expertos. El examen de los cambios debe realizarse no antes de un mes después de la última exposición intensa al sol. Por lo tanto, tenemos algo de tiempo para concertar una cita conveniente en la Clínica de Dermatología de NZOZ Twój Lekarz.